Los mitos del amor romántico

En el libro, El amor desde la psicología social: Ni tan libres ni tan racionales. Madrid: Pirámide. Yela, C. (2000), la autora realiza una revisión de los principales mitos románticos y sus consecuencias

@Karla Ayala

Un mito es igual a una creencia expresada como verdad y suele tener una carga emocional. “Normalmente es resistente al cambio y al razonamiento porque suele contribuir a crear y mantener la ideología del grupo” (Bosch y Ferrer, 2010).

Por lo anterior, podemos decir que los mitos románticos que nos acompañan en las historias de películas son un conjunto de creencias compartidas que suponen una verdadera naturaleza del amor.

Psicólogos y feministas coinciden que esta creencia a desarrollado en el colectivo que se relacionen bajo comportamientos que buscan la aceptación del otro, bajo condiciones abusivas y ofensivas dentro de las relaciones de pareja.

En el libro, El amor desde la psicología social: Ni tan libres ni tan racionales. Madrid: Pirámide. Yela, C. (2000), la autora realiza una revisión de los principales mitos románticos y sus consecuencias que son los siguientes:

Mito de la “media naranja”: Creencia en que se escoge a la pareja predestinada y que ésta ha sido la única y mejor elección posible. La aceptación de esta creencia puede llevar hacia un nivel de exigencia excesivamente elevado en la relación de pareja, lo que conduce al riesgo de la decepción. Por el contrario, también puede dirigir a la tolerancia excesiva debido a la consideración de que, al tratarse de la pareja ideal, se debe ser más comprensivo cuando aparecen los conflictos y uno/a mismo/a debe también, por tanto, esforzarse más durante la relación.

Mito del emparejamiento o de la pareja: creencia en que la pareja (heterosexual) es algo natural y universal, que la monogamia amorosa está presente en todas las épocas y culturas y que tener una pareja que cumpla dicha norma es un objetivo vital para lograr la felicidad.

La aceptación de esta creencia puede llevar a personas sin pareja o a personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo a la disonancia cognitiva o a conflictos internos. Considerar el amor romántico como única fuente de felicidad supone una enorme presión sobre las personas, lo cual puede estar en la base de toda una serie de toma de decisiones peligrosas para el logro de la estabilidad emocional, la autoconfianza y el empoderamiento.

Mito de la exclusividad: creencia en que es imposible estar enamorado/a de dos personas a la vez o en que el deseo sexual sólo puede sentirse por una persona. La aceptación de esta creencia acompañada de un acto de “infidelidad” o deseos de esta, puede suponer conflictos relacionales y también conflictos internos en la persona. Investigaciones científicas no sólo demuestran que es posible, sino que además explican los mecanismos casi normativos en nuestra especie. Sin embargo, todavía hoy reconocer con naturalidad que algo así se está experimentando supone conflictos sociales y personales.

Mito de la fidelidad: creencia en que todos los deseos pasionales, románticos y eróticos deben satisfacerse exclusivamente con una única persona, la propia pareja, si es que se la ama de verdad. La aceptación de esta creencia supone tanto conflictos internos como en la propia pareja. Si no se acepta el mito se padecen nuevamente sanciones sociales, mientras que si se acepta el mito como válido, se padecen conflictos internos con uno/a mismo/a si se experimentan dichos deseos eróticos.

Mito de la equivalencia: creencia en que el amor (sentimiento) y el enamoramiento (estado más o menos duradero) son equivalentes y por tanto, si una persona deja de estar apasionadamente enamorada es que ya no ama a su pareja y por ello, lo mejor es abandonar la relación. 15 La aceptación de este mito supone no reconocer la diferencia entre una cuestión y otra. El amor y la pasión no son lo mismo y no reconocer la transformación temporal de las primeras fases del enamoramiento intenso (más pasionales) en procesos de otro tipo (menos pasionales) puede llevar a vivirla de modo traumático y a la aparición de conflictos personales o interpersonales (“¿Por qué ya no me amas? ¿Será que no la amo?).

Mito de la omnipotencia: creencia bajo la cual subyace la idea de que si hay verdadero amor no deben influir los obstáculos externos o internos sobre la pareja y es suficiente con el amor para superar todos los problemas: “el amor lo puede todo”. La aceptación de esta creencia puede llevar a que sea usada como excusa para no modificar un determinado comportamiento o actitud, o llevar a la negación de los conflictos de pareja, dificultando su afrontamiento, así como a profundas decepciones.

Mito del libre albedrío: creencia en que nuestros sentimientos amorosos son absolutamente íntimos y no están influidos por factores sociobiológico-culturales ajenos a nuestra voluntad y conciencia. La aceptación de esta creencia supone no reconocer las presiones biológicas, sociales y culturales a las que las personas estamos o podemos estar sujetas, lo cual puede generar exceso de confianza, culpabilización, etc.

Mito del matrimonio o de la convivencia: creencia en que el amor romántico-pasional debe conducir a la unión estable de la pareja y constituirse en la única base de su convivencia. La aceptación de esta creencia supone la aceptación de que existe una relación entre el amor y el matrimonio, es decir, entre un elemento que se presenta duradero (el matrimonio) y un estado emocional transitorio como es la pasión. Lo cual resulta difícil de lograr y lleva fácilmente a la decepción. Además, conlleva a no tolerar la propia libertad y toma de decisión.

Mito de la pasión eterna o de la perdurabilidad: creencia de que el amor romántico y pasional de los primeros meses de una relación puede y debe perdurar tras años de convivencia. La aceptación de esta creencia supone consecuencias negativas sobre la estabilidad emocional de la persona y de la pareja, ya que no reconoce que el amor no puede ser eterno.

Mito de los celos: creencia en que los celos son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un verdadero amor.

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