Diario de una mamá milennial

Llega un punto, alrededor de los 9 meses, cuando hay muestras inequívocas de que tu bebé ha dejado de serlo y comienza a ser una niñita que comienza a crecer cada día un poquito más. A mi gusto haz crecido muy rápido.

Y es ahí cuando en el corazón comienzan a agolparse, de pronto, los recuerdos de los primeros días de desvelos e incertidumbre. Cuando la ropita apenas le quedaba y solo comía y dormía.

Ahora tu bebé ya hace más cosas, comienza a tener pequeños gestos o mohínes que hacen que tu corazón se apachurre de amor y también empieza a pelear su independencia, ya no solo quiere tus brazos, quiere explorar, y a través del gateo, conocer el mundo.

Justo en esos momentos fuimos descubriendo un poco más de tu personalidad mi querida bebé, porque ya te enojabas, te desesperabas, llorabas y nos mostraste ese carácter fuerte, del cual en los primeros meses poco se asomaba.

Respetar tu individualidad y amarte tal como eres y como no quiero que yo seas, se ha convertido en unos de los retos que me enfrentan a mí como mamá, como mujer y como persona. Las preguntas son ineludibles. ¿Cómo te puedo ayudar a ser feliz? ¿Cómo establecer límites claros pero amorosos? ¿Cómo puedo ser más paciente y mejor persona para ti?

Las respuestas las sigo ensayando, buscando y aplicando, claro que muchas veces fallo, pero quiero que sepas algo: ser tu mamá es el trabajo, rol y labor más importante de mi vida, lo quiero hacer lo mejor posible, pero soy humana y estoy segura que muchas veces me equivocaré, te prometo trabajar para que sean las menos. Quiero que cuando seas grande y pienses en tu mamá, la veas como la mujer que más te ama y que sea una persona con la que disfrutes estar y a la que más confianza le tengas.

Te amo demasiado.