La violencia infantil no es sinónimo de educación
“Te imaginas que fuéramos mariposas y pudiéramos volar y ser libres” – Dhasia Wezka
@Sarah Ontiveros
Hace unas semanas salió el último episodio del Podcast de UnTalFredo donde Dhasia Weska fue invitada para contar su experiencia de vida, durante todo el podcast nos podemos dar cuenta de la violencia extrema de la que fueron víctimas, ella, sus hermanas y su mamá; y es aquí donde tenemos que reflexionar que la violencia infantil está bastante normalizada, casos como el de Dhasia nos hacen darnos cuenta que la infancia debe protegerse y la misma etapa debería ser un periodo de descubrimiento, aprendizaje y felicidad, sin embargo, millones de niños en todo el mundo experimentan violencia en diversas formas, dejando cicatrices que pueden perdurar toda la vida. Al menos en 2020 se registraron 27,526 personas de entre 1 y 17 años que fueron atendidas en hospitales de México por haber sido víctimas de violencia familiar. (Secretaría de Salud. Registro de Lesiones 2019-2020.)
La violencia infantil deja huellas profundas en la salud mental de los niños afectados, diversos estudios demuestran que aquellxs que han experimentado abuso físico, emocional o sexual tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos psicológicos a lo largo de sus vidas. La prevención y erradicación temprana puede romper estos ciclos de violencia y ofrecen a las infancias entornos seguros para su desarrollo emocional y físico; los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. La exposición a la violencia puede afectar negativamente a la capacidad de un infante para establecer relaciones saludables en el futuro, la prevención no solo protege a los niños de daños inmediatos, sino que también sienta las bases para relaciones interpersonales sólidas, respetuosas y libres de violencia.
La prevención de la violencia infantil rompe el ciclo de la misma al abordar las causas subyacentes y proporcionar apoyo a las familias en riesgo, intervenir en las primeras etapas pueden cambiar los patrones negativos y crear entornos familiares más seguros. Los niños que experimentan violencia enfrentan desafíos académicos y pueden tener dificultades para concentrarse y aprender. La prevención no solo salva vidas, sino que también fomenta un entorno adecuado para el desarrollo educativo integral, los niños seguros y emocionalmente estables tienen mayores oportunidades de éxito académico y personal.
La prevención de la violencia infantil no es solo una responsabilidad ética, sino una necesidad imperativa para construir un futuro sólido y prometedor; al abordar las raíces del problema, apoyar a las familias y educar a la sociedad, podemos trabajar juntos para asegurar que cada niño crezca en un entorno seguro y amoroso. La inversión en la prevención de la violencia infantil es, en última instancia, una inversión en la construcción de comunidades fuertes y saludables.
La prevención de la violencia infantil no es sólo un deber moral, sino también un interés crucial por el bienestar de la sociedad en general.