Un día como hoy nació Pita Amor
Guadalupe Teresa Amor Smichdtlein nació en la hoy ciudad de México el 30 de mayo de 1918
@Fonema/Redacción
Descendiente de la aristocracia porfiriana venida a menos con la Revolución, su infancia la pasó en una residencia con decenas de habitaciones en la calle Abraham González, en el centro de Ciudad de México.
Una de las más inusitadas, si no polémicas, figuras de la poesía mexicana de la segunda mitad del siglo xx fue Guadalupe Amor (1918-2000). Desde su primer libro de poesía Yo soy mi casa, de 1946, la vida y la obra de Guadalupe –“Pita” para sus amigos– ha estado rodeada de controversia: por una parte el –si bien efímero– reconocimiento de su talento literario, y por otra, el estigma como símbolo de decadencia y excentricidad generado por su voluntad de no seguir los atavismos de la mujer en México, carga que hoy más que nunca pesa sobre ella y su obra poética.
Se trata de la mayor cultivadora del soneto, la décima y la lira en la poesía del siglo xx en México a tal punto que los títulos de muchos de sus poemarios fueron publicados bajo los nombres de estas formas poéticas. En alrededor de treinta libros, predominaron la angustia metafísica centrada en las debilidades humanas y en un acercamiento heterodoxo a dos figuras de la trinidad cristiana, la figura de dios padre y Cristo. Este último rasgo la vinculó con la tradición mística de la poesía castellana, sobre todo en Décimas a Dios (uno de sus libros más reconocidos), Sirviéndole a Dios de hoguera o Ese Cristo terrible en su agonía.
El lenguaje que cultivó fue directo y afincado en las figuras retóricas de pensamiento en libros como Puerta obstinada, Círculo de angustia, Polvo, Otro libro de amor (en este título cambió la temática de su obra) y Todos los siglos del mundo. Al final de los años cincuenta del pasado siglo, incursionó en la prosa narrativa con la novela semiautobiográfica Yo soy mi casa –título homónimo al de su primer poemario– y un libro de difícil clasificación, Galería de títeres.
Su particular presencia en los medios de comunicación como difusora de la poesía, la gran cantidad de cuadros en que fue celebrada su belleza física por los principales pintores de la época, así como su figura ligada a la Zona Rosa de la Ciudad de México, la convirtieron en un personaje legendario, cargado de mitologías e historias.