Nombramiento en la SSP: otro relevo con el mismo guion y las mismas dudas

 Nombramiento en la SSP: otro relevo con el mismo guion y las mismas dudas

El gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla presentó el nombramiento de José Antonio Cruz Medina como nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Pública como si se tratara de una pieza estratégica que, ahora sí, corregirá el rumbo de la seguridad en Michoacán.

@Karla Ayala

Pero el discurso oficial, lejos de ofrecer certezas, vuelve a repetir la misma fórmula que durante años ha fracasado en la entidad: traer mandos con larga trayectoria federal, acompañarlos de una narrativa de coordinación institucional y apostar a que el currículum solucione lo que las instituciones no han podido contener.

El gobernador se apresuró a subrayar que la llegada de Cruz Medina cuenta con el aval de Omar García Harfuch, una forma de intentar blindar políticamente el nombramiento y de diferenciarse del pasado. Ramírez Bedolla insiste en remarcar que “no es como cuando vino el virrey a poner orden”, pero la insistencia traiciona el mensaje: si hay que repetir que no se trata de una imposición, es porque la sombra de las viejas intervenciones federales sigue pesando sobre la confianza ciudadana.

El gobierno también recurre a otro estribillo conocido: que todos los mandos pasan exámenes de control y confianza. Pero en un estado donde dichos controles han convivido —y a veces caído— frente a la infiltración del crimen organizado, presentar estos exámenes como garantía absoluta resulta insuficiente, casi ingenuo. El propio reconocimiento oficial de que “siempre habrá comentarios” confirma que la legitimidad institucional no se construye con papeles firmados, sino con resultados que Michoacán no ha visto en años.

El comunicado presume una trayectoria extensa de Cruz Medina: cargos federales, operativos, cursos internacionales, foros multilaterales. Sin embargo, la pregunta central permanece intacta: ¿Qué garantiza que un nuevo perfil, por más decorado que esté, logrará lo que tantos otros no han conseguido? Michoacán lleva más de una década rotando mandos, modelos y coordinaciones, mientras la violencia se mantiene e incluso se reconfigura.

El nombramiento, presentado como un parteaguas, parece más un movimiento para sostener la narrativa de control que para transformar el panorama de seguridad. Se habla de coordinación y de estrategia integral, pero no se explican cambios estructurales, nuevas tácticas ni ajustes profundos a un modelo que ha demostrado sus límites.

En el fondo, el mensaje oficial no logra ocultar su propia fragilidad: mucho aval, mucha retórica, mucho currículum… y pocos compromisos medibles. La ciudadanía no necesita otra presentación impecable, sino una estrategia que se refleje en las calles, no en comunicados brillantes.

Por ahora, el relevo luce como uno más de los muchos que Michoacán ha visto: una apuesta que se anuncia como histórica pero que, si no rompe con las inercias reales del aparato de seguridad, quedará como un capítulo más en el largo expediente de promesas incumplidas.

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