¡Feliz desobediencia y prospera resistencia!
Deseo de navidad y año nuevo: que ninguna niña, mujer y adolescente tenga que compartir la mesa familiar con su abusador, ni en estas fechas, ni en su vida.
Por Sarah Ontiveros
En medio de luces brillantes, canciones alegres y el espíritu navideño que envuelve las celebraciones en estas épocas, existe una sombra que no siempre es fácil de percibir: el machismo. Estas fiestas al estar destinadas a ser momentos de unión, alegría y amor, a menudo se ven acompañadas por actitudes y comportamientos que refuerzan la violencia de género contra las mujeres; las festividades suelen ser momentos en los que las familias se reúnen para compartir alegría y amor, sin embargo, en algunos casos, estas reuniones pueden convertirse en escenarios donde el machismo se manifiesta de manera sutil pero significativa, las expectativas tradicionales de género pueden perpetuar roles desiguales, como la asignación de tareas domésticas basadas en el género, limitando así el potencial de cada persona, o bien, se convierten en escenarios donde las víctimas son obligadas a convivir con su agresor.
Las fiestas navideñas y de año nuevo suelen ir acompañadas de eventos sociales, abordar el machismo y prevenir el acoso en estos contextos es de suma importancia para toda la sociedad y todas las familias; las actitudes irrespetuosas y los comentarios sexistas deben ser confrontados para crear espacios seguros y acogedores para todos. Mientras nos sumergimos en la alegría de las celebraciones, recordemos que la lucha contra el machismo es un esfuerzo continuo que abarca todas las áreas de nuestras vidas, incluyendo las festividades. Las cenas navideñas se han pintado con fachadas de unión familiar y amor incondicional, pero la realidad es que estas fechas continúan explotando a las mujeres y guardando la podredumbre que existe en los abusadores que piensan que “no pasa nada”. Estas fechas son un punto clave para cambiar las tradiciones machistas que aún existen y acuerpar a las mujeres que lo necesiten.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el primer lugar a nivel mundial de abuso sexual a menores; de estas violencias, el 90% ocurre contra las niñas y se produce en el interior de los hogares y en el entorno familiar, dos de los espacios donde las mujeres deberían estar más seguras y protegidas, así lo afirmó la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim). Cada año 5,4 millones de niños, niñas y adolescentes son víctimas de abuso sexual en México. De acuerdo con la organización para la infancia Aldeas Infantiles, 6 de cada 10 de estas violaciones se producen en casa y en el 60% de los casos el agresor es un familiar o pertenece al círculo cercano de la familia. Es decir, los agresores son tíos, primos, amigos o vecinos de los menores. (Ana Paula, 2022)
La violencia que existe en México y la relación con las “tradiciones familiares” que dictan guardar los “secretos” más oscuros para los adentros de la casa, genera más violencia para todas las niñas, mujeres y adolescentes que deben cenar en la misma mesa que su abusador y callar por completo la violencia que han vivido, con la excusa de “por el bien de la familia” sus vivencias quedan sepultadas ante palabras de “perdón” y “sumisión”. (Ana Paula, 2022)