Expresarse en México una acción de mucho riesgo
Las víctimas, dice Fernández, tienen derecho a la memoria. Este derecho es inseparable de la dignidad personal de las víctimas, del reconocimiento de sus derechos e intereses legítimos y del derecho de estas a la verdad[1].
@Nuria Hernandez Abarca
Hablar de la libertad de expresión es hablar de un derecho humano, uno de los más importantes, pues a partir de él se visibilizan realidades, se nombran pendientes y se demandan acciones.
Representa la fuerza de la palabra en lo individual y en lo colectivo, y representa la vía poderosa para que las demandas mas sentidas, sean escuchadas y exigidas.
Y es justamente este poder de la palabra, el que hace que este derecho sea un derecho reiteradamente vulnerado, amenazado y hasta castigado.
Muchas son las formas que se encuentran para a través de la censura, el derecho a la libertad de expresión y por resultado el derecho a la información, sean coartados.
A decir de la UNESCO la libertad de expresión representa un compromiso para todos los gobiernos a garantizar la libertad de palabra y expresión; en cualquier tipo de manifestación, aboliendo cualquier intento de restricción de dicha garantía.
Y si bien es cierto que cuando hablamos de libertad de expresión se nos vienen a la cabeza los medios de comunicación, las y los comunicadores, las y los periodistas y si bien es cierto ellos representan en su difícil quehacer diario la máxima expresión este derecho; también lo es que, todos los días todas y todos hacemos uso de este derecho a expresarnos.
Y al igual que a muchas y muchos de los periodistas, a todos los demás que no lo somos, se nos impide ejercer este derecho en muchos espacios y formas.
Pienso hoy, en todas las mujeres que han salido a caminar en lo individual o como colectiva, a demandar públicamente lo que el estado no hace, o lo que hace mal, y son sancionadas desde el atril del poder para acallar sus voces, invisibilizándolas, denostándolas o descaradamente sancionándolas, o nombrándolas con el afán de exhibirlas como un acto puro del poder represor.
Pienso también, en las madres y padres de las víctimas de desaparición o de feminicidio, que a base de amenazas han sido silenciadas, y en muchos casos amenazas cumplidas, que las han orillado a ser también víctimas de lo mismo que expresaban, un feminicidio, como en el caso de Maricela Escobedo quien su lucha representaba la exigencia de justicia para su hija y para todas las demás.
O la forma en la que se silencia a las y los defensoras de derechos humanos o a las mujeres que piden a gritos el acceso a la justicia para las y los demás, como en el caso de la Abogada Digna Ochoa, quien fuera asesinada y que su caso fue plagado de inconsistencias y estereotipos de género.
O las defensoras ambientalistas, que pierden la vida buscando un mejor planeta para todas y todos, como Nora López y Estelina López, ambas protectoras de la fauna y medio ambiente del estado de Chiapas, o Guadalupe Campanur defensora de los bosques asesinada en Michoacán.
Sin dejar de mencionar a Lourdes Maldonado, quien el 23 de enero, fue asesinada en Tijuana, de manera concreta en el interior de un vehículo con varios impactos de bala en el rostro, y es que ella como muchas otras personas dedicadas al periodismo estaba inscrita en el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos y de manera pública había pedido apoyo al Presidente de la República al decir que temía por su vida, por expresarse, la cual lamentablemente fue arrebatada, aún y cuando los mecanismos de protección existen y el solo temor de la víctima debió de ser una llamada de atención para su protección.
Y es que el derecho a la libre expresión hoy en este País parece ser un derecho inexistente para todas y todos, a decir de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021, México ocupa el lugar 143 de 180 países respecto al derecho para ejercer la libertad de prensa, en donde el país es considerado como uno de los “más peligrosos y mortíferos del mundo para los medios”[2].
Aunado a lo anterior, realidades como la impunidad, la corrupción, el crimen organizado, el abuso de autoridad entre otras cosas, colocan a este derecho en y si ejercicio en una situación de mucho riesgo, y es que hablar con la verdad e incomodar con las pruebas, son hoy una sentencia fatal para todas las personas que deciden ejercer el derecho a la libertad de expresión, que tiene como resultado es una serie de delitos en contra de quien decide valientemente a ejercerlo como las desapariciones forzadas, la cárcel, el exilio, el repudio público o lamentablemente la muerte.
A decir del informe “Herencia de un sexenio: Simulación y Desplazamiento. Violencia contra mujeres periodistas 2012-2018”[3] elaborado por la asociación Comunicación e Información de la Mujer (Cimac), señala que en cuanto al tipo de violencia que viven las mujeres periodistas, el 87,68% de los casos estuvieron relacionados con la violencia psicológica, seguida de la física (35,07%), la patrimonial (13,51%), la sexual (7,11%) y la económica (2,61%), asimismo señala que las agresiones más habituales contra las periodistas mexicanas fueron actos de intimidación (19,56%), amenazas (13,39%), hostigamiento (11,51%), agresiones físicas (10,15%), bloqueo informativo (8,69%), campañas de desprestigio (7,22%) y uso desproporcionado de la fuerza pública (6,28%), todo esto sin sumar todas las otras violencias que viven las mujeres y hombres que deciden simplemente hablar.
Hablar y ejercer la libertad de expresión es el acto de democracia más claro, cuando este derecho es mermado, puesto o en riesgo o acallado debe de empezar a cuestionarnos el camino de la democracia y el futuro de una sociedad que es atrapada por el silencio represor que invisibiliza a través del mismo las realidades que nadie quiere seguir viviendo.
Hoy más que nunca debemos de hablar, debemos de cuestionar, debemos de joder con lo que para cada uno y una representa la verdad y nuestro derecho a que esta verdad sea libre y escuchada y en este sentido el Estado tiene que garantizarnos el ejercicio de este derecho en su totalidad.
[1] Fernández, C.: El derecho internacional de las víctimas. Porrúa, México, 2011, pp. 307
[2] https://rsf.org/es/clasificacion
[3] https://www.ami.info/mexico-mujeres-periodistas.html