Diego Urik, un preso de abolengo
Hasta en la cárcel hay niveles, con dinero es permisible en Michoacán que los presos gocen de lujos que aminoren la incomodidad del encierro
@Marina Martínez
Las frías rejas de la cárcel que alberga a Diego Urik, presunto feminicida de la joven Jessica González Villaseñor, no lo han limitado de diversos privilegios, de los cuales no gozan la mayoría de los reclusos, gracias a la riqueza de su familia, situación por la que se ha convertido en un preso de abolengo.
Tan solo durante la audiencia que se desarrolló en torno al caso de la joven docente, se reveló por parte del jefe del grupo de la policía penitenciaria, Eduardo B., que Diego Urik, tenía dentro de su celda, un Samsumg Galaxy Negro, escondido bajo su colchón.
Al mismo tiempo que se daban a conocer estos hechos en uno de los juzgados de oralidad del poder Judicial, el coordinador del Sistema Penitenciario en Michoacán, Ignacio Mendoza Jiménez, brindaba una conferencia de prensa, en la sede de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), órgano que realizó una evaluación de las cárceles en la entidad.
Durante su intervención, Mendoza Jiménez, sin mencionar el nombre del presunto inculpado, reveló que el joven disfruta de un buen colchón para su descanso, debido a que cuenta con los recursos suficientes para adquirir y disfrutar de uno.
“Alguien me preguntó hace unos meses, me preguntó si sabía que el famosísimo feminicida local, lo digo así, porque públicamente así lo han establecido, pero él todavía no tiene una sentencia que haya determinado esto, sabías que tiene muchos privilegios en la cárcel… es que tiene un colchón muy bueno y le contesté, qué dónde decía que no puede tenerlo”, cuestionó.
El servidor público estatal justificó el ingreso del colchón de lujo para el joven, al señalar que el estado mexicano está obligado a brindar una colchoneta a los presos para que puedan descansar, pero la ley no impide que puedan disfrutar de otros artículos de primer nivel en caso de contar con los recursos suficientes para su adquisición.
“Obviamente las colchonetas que compramos nosotros fue de 500 pesos, son económicas, sí él tiene los recursos y la solicitud de ingreso (del colchón) no incide en la estabilidad y seguridad del penal pues lo puede tener”, justificó.
Mendoza Jiménez, también señaló que, no existe un marco legal para que los presos porten un celular y cuestionó la serie de derechos humanos que defienden el acceso a internet.
Además de su colchón de lujo y del teléfono celular que le decomisaron, el presunto feminicida ha gozado de un equipo jurídico conformado por 8 abogados, situación de la que muy pocos presos pueden disfrutar, ya que, la gran mayoría de ellos, tiene que conformarse con un defensor de oficio.
Antes del homicidio de la joven docente que fue asesinada a golpes y con extrema violencia, Diego Urik, era estudiante de la universidad más costosa de Michoacán, que alberga a una gran cantidad de hijos de políticos y sus instalaciones son de primer nivel.