Calzoncillos de boxeo feminista: Sol Vargas honra a las víctimas de feminicidio en Michoacán
La boxeadora pelea para visibilizar a las mujeres que han muerto violentamente. Un calzoncillo es la bandera
@Karla Ayala
La boxeadora, Soledad Vargas entregó a la directora del Instituto Municipal de La Mujer para la Igualdad Sustantiva (Inmujeris), Nuria Gabriela Hernández Abarca un calzoncillo morado, el cual tiene diversos nombres de mujeres víctimas de feminicidio en Michoacán.
En entrevista, Hernández Abarca explicó que, la boxeadora tuvo la intención de visibilizar la lucha feminista, aunque ella no marcha es también otra pelea llevar los calzoncillos a los eventos internacionales que participó en este 2022.
Semblanza de Sol Vargas
Por: @Víctor Ruíz
La primera vez que Soledad Vargas se subió a un ring de boxeo estaba llena de miedo. Su rival le aventajaba cuatro años de edad y cinco kilos. Sonó la campanada, vinieron los golpes y la derrota. Decepcionada por el momento, la originaria del municipio de Apatzingán se soltó a llorar mientras su papá la consolaba: “No te preocupes, hija, así se empieza en este deporte”.
Hoy y 15 años después, Sol Vargas es la única michoacana que se mantiene en el boxeo profesional y ya se alista para pelear por el Campeonato WBC Silver, el cual disputará este próximo 28 de agosto en Canadá frente a Kim Clavel. Luce tranquila, juguetea con su hijo en el Jardín de las Rosas, mientras su marido y entrenador la espera en una banca de la plaza.
¿Por qué el boxeo?
“Mi abuelo fue entrenador de boxeo y mi papá era un fanático también, yo me metí a este deporte para llamar la atención de él. Yo era futbolista, jugué como cinco años, pero mi papá siempre me regañaba cada que me escapaba a jugar y vi la manera de que me hiciera caso, entonces obtuve su atención y me enamoré de la adrenalina que se siente al subir al ring”.
¿Por qué no hay casi mujeres en este deporte?
“No sé la vida de cada persona, pero yo soy muy aferrada a todo, si me dicen que no puedo, me demuestro a mí misma que sí puedo hacer las cosas; hay personas que me dicen que ya no pueden boxear por sus hijos, pero mientras tengas una persona que te apoye es posible”.
En 2019, Sol Vargas viajó a República Checa para disputar un título mundial contra Fabiana Bytyqi. La pelea causó expectativa y fue transmitida por todas partes. Durante el trayecto al ring, a la boxeadora se le ve con un sombrero charro, un gabán tricolor y se hace acompañar de su entrenador.
Relata que la sensación en ese momento es inexplicable, pero que se puede traducir en escalofríos producidos por la emoción. “Yo quería que todo mundo volteara a verme, que se enteraran que yo era Soledad Vargas y que era mexicana”.
La otra pelea
Desde hace un par de años, el estallido social del feminismo ha intentado ponerle un alto a la violencia machista. Movilizaciones por las calles, gritos, fuego, fanzines… Sol Vargas no fue indiferente ante la situación y buscó la manera de aportar lo suyo.
“La manera en que podía hacerlo es arriba del ring”, explica de manera convencida al argumentar que tenía que aprovechar el público y las cámaras que se iban a centrar sobre ella. La michoacana decidió plasmar en su uniforme el nombre de todas las mujeres michoacanas víctimas de feminicidio. Era una manera de honrarlas, pero también de pedir justicia.
Fueron 78 nombres los que llevó en su vestimenta, pero con lamento, admite que faltaron muchas más. “Lo hice para que ya no haya violencia contra las mujeres, pues, aunque no me ha pasado a mí, he sabido de casos donde las boxeadoras deben esperar a que los hombres acaben de entrenar porque no les gusta que ellas lo hagan”.
Sol consiguió su objetivo. La idea llamó la atención, tuvo eco. Una pugilista de Mérida, Yucatán, hizo lo mismo con su uniforme y también un boxeador de León. Con orgullo, dice que de a poco la voz comienza a levantarse. Cosa de tiempo para noquear al machismo.