Amy Carmichael: misionera y reformadora social en la India
Un día como hoy fallece Amy Beatrice Carmichael, quien sirvió en la India como misionera durante 55 años, abriendo orfanatos y ayudando a las mujeres y niños
@Fonema / Redacción
Nacida hace 150 años, esta mujer misionera soltera, a menudo enferma, de Irlanda del Norte, se atrevió a desafiar la trata de personas en la India. El hinduismo alentaba la esclavitud de los niños en los templos. Allí las niñas se vendían para “casarse” o prostituirse con los sacerdotes del templo Brahmin.
Cuando esta misionera descubrió lo que estaba sucediendo, la práctica la horrorizó tanto que comenzó a trabajar para rescatar a las niñas de estos templos. Posteriormente, su estación de misión en el sur de la India creció para acomodar a cientos de niñas y niños.
La tragedia en la familia Carmichael
Amy Carmichael, la mayor de siete hijos, nació el 16 de diciembre de 1867 en el hogar de David y Catherine Carmichael, en el pueblo costero de Millisle en Irlanda del Norte. Su padre dirigía un molino harinero, propiedad de la familia Carmichael durante los últimos cien años. El Sr. y la Sra. Carmichael eran cristianos presbiterianos devotos y criaron a sus hijos en igual devoción al Señor.
Pero un día la vida de Amy cambió sin previo aviso. El negocio de su padre comenzó a perder dinero y tuvo que cerrar. El Sr. Carmichael se preocupó tanto por su negocio que se enfermó y murió. La familia ya no podía pagar un estilo de vida costoso, así que Amy tuvo que abandonar sus estudios y pasó los siguientes diez años ayudando a su madre a criar a sus hermanas y hermanos menores.
Un día frío y triste, cuando la familia salió de la iglesia, Amy vio algo que le cambió la vida. Una anciana mendiga salió tambaleándose de una calle. Amy y su hermano ayudaron a la anciana a bajar por el callejón. Cuando vio pasar a otras personas de la iglesia, se avergonzó de que la vieran con la mujer y ocultó su rostro. Pero Amy oyó una voz que decía:
“Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa”.
Amy giró para ver quién hablaba, pero no vio a nadie. Ella sabía que parecía amable ayudando a la anciana, pero sabía que su corazón estaba equivocado. A partir de ese momento, decidió mantener la cabeza en alto sin sentir vergüenza al ayudar a otros.
Cuando Amy llegó a casa, buscó en la Biblia y encontró las palabras que había escuchado. Amy se arrodilló junto a su cama y le prometió a Dios que en el futuro solo haría cosas para Su gloria.
Estatua de Amy Carmichael cuando era una niña que se encuentra en Hamilton Street en Bangor, Condado de Down, Irlanda del Norte, en los terrenos de la iglesia presbiteriana.
Estatua de Amy Carmichael cuando era una niña que se encuentra en Hamilton Street en Bangor, Condado de Down, Irlanda del Norte, en los terrenos de la iglesia presbiteriana.
Una misión cercana
Los sábados por la noche, Amy empezó a ir con su pastor a los barrios marginados de Belfast para repartir folletos y alimentos a los pobres conocidos como “Shawlies”. Los Shawlies ganaban tan poco dinero que no podían pagar lo que usaban para protegerse del frío.
Entre los Shawlies había niñas de la edad de Amy y aun menores que trabajaban en los molinos hasta 14 horas al día por muy poco dinero. Al ver el hambre que estas personas tenían por el amor y la esperanza de Dios, Amy empezó a organizar estudios bíblicos.
Amy entonces se mudó al vecindario para estar más cerca de la gente. Los invitó a los servicios de su iglesia, pero no todos fueron bienvenidos debido a su condición social. Entonces decidió comprar un edificio de hojalata por £500, al que llamó Welcome Hall y lo convirtió en un lugar de reunión para los Shawlies.
La misión a Manchester
Mientras su ministerio con los Shawlies seguía floreciendo, Amy sentía que Dios la estaba llamando a otra parte: los barrios bajos de Manchester, Inglaterra, así que decidió mudarse. Al llegar notó que las condiciones eran terribles, el peligro en las calles y la pobreza era generalizados, pero Amy se mantuvo firme para difundir la Palabra de Dios. Sin embargo, su salud pronto la sacó de su misión y tuvo que irse a vivir con una familia que la acogió.
Fue durante su estancia de dos años con esta familia cuando escuchó hablar por primera vez al misionero Hudson Taylor (1832-1905). Al escucharlo, sintió una convicción profunda de que el Señor la estaba llamando a las misiones al extranjero.
Una misión lejana
Al principio, Amy se presentó para ser misionera, pero fue rechazada y enviada de regreso a casa debido a su salud. Sin embargo, siguió intentándolo. En 1893, cuando finalmente fue aceptada, viajó a Japón, pero se vio obligada a regresar a Inglaterra después de quince meses, debido a una enfermedad. Finalmente, en 1894 Amy se fue como misionera a la India. A través de extenuantes sesiones, aprendió el idioma tamil, estudió el sistema de castas hindú y comenzó a guiar a los nuevos conversos, especialmente a mujeres y niñas jóvenes.
Amy no seguía la forma habitual de trabajo misionero. Ella decidió vestirse con ropa india y vivir entre las mujeres indias que habían sido perseguidas después de convertirse del hinduismo a Cristo. Para encajar mejor con la gente, Amy usaba el sari indio, un tipo especial de vestido, y se teñía la piel de marrón oscuro con bolsitas de té y café.
Amy formó un grupo de mujeres para difundir el mensaje del evangelio, quienes empezaron a viajar y a compartir las buenas nuevas. Sin embargo, algo comenzó a suceder: muchos niños venían a la fe, pero cuando se convertían en cristianos, a menudo eran perseguidos amargamente, incluso por su propia familia.
Rescatando a los niños y niñas
Más adelante, Amy conocería a Preena, una niña cuya madre viuda la había llevado a un templo hindú para convertirla en una prostituta del templo. Las niñas como Preena eran forzadas a la prostitución y así ganar dinero para los sacerdotes. Amy pronto se dio cuenta de que los empobrecidos padres vendían a muchas niñas y mujeres a los sacerdotes hindúes y al templo. Los padres pensaban que ganarían favor con sus dioses. Estas niñas eran tratadas muy mal, y Amy sabía que debía rescatarlas.
Un día, Preena estaba recogiendo agua para el templo cerca de donde hablaba Amy. Preena se detuvo para escuchar cuando Amy les contaba a las damas acerca de su Dios que amaba a todos por igual. No puso a las personas en diferentes clases como lo hacía el sistema de castas hindú. Preena estaba muy interesada en lo que Amy decía, pero sabía que no debía ser vista escuchando a la extraña. Ella guardó las palabras de Amy en su memoria y se apresuró a regresar al templo.
Posteriormente Preena intentó escapar de su difícil situación, pero, como castigo, sus manos fueron marcadas con un hierro al rojo vivo. Eventualmente ella pudo escapar y logró encontrar a Amy, quien la tomó bajo su cuidado. Cuando Amy entendió esta terrible trata de niños en nombre del hinduismo, comenzó a acoger primero a niñas y luego a niños, llenando un creciente refugio infantil.
Reformadora social
Con otras mujeres indias, Amy no solo creó un gran albergue, sino también un hospital para los cientos de niños que buscaban refugio. Amy enfrentó una gran oposición por todo lo que estaba haciendo, pero finalmente sus esfuerzos y su incansable labor como reformadora social llevaron a que se modificara la ley en la India para proteger a los niños del abuso.
Amy jamás tomó vacaciones; sino que dedicó su vida a su misión: la Comunidad Dohnavur, desde donde influyó fuertemente y sin descanso por un cambio social en la India.
Enfrentando las limitaciones
Más tarde, mientras Amy iba en dirección a una casa que había arrendado para otro dispensario, cayó en un pozo recién excavado, se rompió una pierna, se le dislocó un tobillo y se torció la columna vertebral.
Amy pasó los últimos 20 años de su vida confinada en una cama como discapacitada. Pero resultaron ser unos años muy productivos, ya que ella escribió más de 37 libros y poemas que hablaban de su relación íntima con Dios. El 18 de enero de 1951 a los 84 años de edad, Amy murió en Dohnavur, India. Ella había trabajado allí durante más de 50 años sin regresar al Reino Unido.
Amy Carmichael sirvió a su amado Salvador en Irlanda hasta sus 27 años. Luego fue a Japón durante 4 años, sirviendo como misionera. A sus 31 años fue a la India, donde empezó la obra más conocida de su vida. El legado de Amy Carmichael sigue vivo. La Comunidad Dohnavur continúa en India cuidando a niños rescatados de situaciones de vulnerabilidad. Dohnavur llegó a ser muy conocido en el mundo e influiría en muchas vidas, tales como la de Jim y Elisabeth Elliot.
En agosto de 2016, la comunidad que Amy fundó en Irlanda abrió el Amy Carmichael Centre, cumpliendo un propósito acorde con el deseo original de Amy de cuidar a todas las personas. Sus libros siguen siendo muy populares y continúan inspirando a miles de creyentes a ir al campo misionero.
La vida de Amy Carmichael nos recuerda que no hay una mejor manera de invertir nuestras vidas que en la obra del Señor. Nos hace reflexionar en las profundas necesidades que hay a nuestro alrededor y en lo apáticos que llegamos a ser ante estas realidades. Pero, sobre todo, nos recuerda que el evangelio es la carencia más profunda de todos los seres humanos alrededor del mundo.
¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿De qué forma la vida de Amy Carmichael te ha inspirado? ¿Las pruebas y la enfermedad te postran, o te fortalecen para seguir caminando con Cristo? Si eres mujer, y estás viendo este video, ¿de qué manera te inspira la vida de Amy Carmichael para trabajar y llevar el evangelio a otras mujeres y niñas en situación de vulnerabilidad?