De regreso para ustedes, las aventuras de una mamá desastrosa
Antes de seguir con mis relatos, hago una pausa para platicarles de mi ausencia
@Fonema / Redacción
Pues resulta chicas que me fui un mes y medio a Zinapécuaro, ahí pude experimentar a la quinta potencia el remordimiento de una madre y el sentimiento de culpa, todo esto en vísperas del 10 de mayo. Una experiencia reveladora, fuerte y de mucha catarsis para mi historia de vida.
El tema de la separación con mi hijo psicológicamente no fue difícil, es más, les puedo confesar que lo vi sencillo y que los días se pasarían rápidamente, supuse, sin embargo, conforme pasó la primera semana, el viernes ya quería regresar a ver a mi chiquillo, sin importarme de dejar botado mi encomienda.
Como la ausencia fue de trabajo, en el día estaba muy ocupada, sobre todo en los primeros días, pero, el recuerdo se hacía más presente en las noches, ya cuando estaba todo callado y más cuando me hacía su videollamada para darme las buenas noches.
El evento del día de las madres no me lo perdí, hice maniobras y estiré el tiempo para llegar a la escuela, no obstante, toda la situación enmarcó un momento dramático, lleno de mucho llanto, mocos y suspiros de los dos.
El mero día no pude verlo y como todas las redes sociales estuvieron repletas de momentos con las mamás, obvio me entró el sentimiento de culpa; me destapó una vieja herida de abandono que yo tengo porque al igual que mi niño soy hija de una mamá que trabajó todo el tiempo, entonces comprendí a mi madre y me liberé tantito.
¿Ustedes qué piensan? Una madre debe sacrificarse profesionalmente por sus hijos. ¿Cómo encontrar el equilibrio? ¿Cómo sentirse orgullosa de los éxitos, sin sabotearte por la culpa? Las leo a ustedes porque yo soy un desastre.