Por una lectura de los signos políticos
La Anagnórisis es la disposición de leer en un instante la revelación en la que la ignorancia da paso al conocimiento. Aristóteles, Poética.
@Rosario Herrera Guido
La tragedia, ya lo advertía el gran Aristóteles en su “Poética”, en el siglo IV a.e., sigue una curva infalible en cuya cúspide se encuentra la Anagnórisis¸ el reconocimiento, la disposición de poder leer: 1) el destino, con su carga de herencia de los ancestros, el hilo de la vida y la muerte que hilan las Moiras griegas, las Parcas romanas y las Nornas nórdicas; 2) el reconocimiento, la anagnórisis, que exige leer los signos del camino para evitar la tragedia y 3) la Hamartía, el error fatal en el que se puede incurrir por desconocimiento (que no es ignorancia), pues se conoce pero desconoce para poder caer en el error: la Tragedia.
Los signos suelen decir más que las palabras. Cuando los Tres Poderes de la Unión, que garantizan la existencia y funcionamiento de la República, y en nombre de los cuales se Conmemora el 106 Aniversario de la Promulgación de la Constitución de 1917, que no es una ceremonia para elogiar y honrar al Presidente, sino una Ceremonia de los Poderes de la Unión, que por las significativas posiciones de sus participantes dejaron ver con claridad meridiana su Desunión.
Una Conmemoración cuya celebración reconoce la estructura jurídica, que es fundamento de la República (ahora despojada y disminuida a “Gobierno de México”, cuya mutilación de la palabra República la puede reducir a autarquía y hasta a monarquía).
Porque fuera del protocolo estrictamente necesario se montó ¿sin fundamento? una escenografía propia del poder del temor a la impotencia, con un ignoto ordenamiento, aunque se puede suponer “quién manda aquí”: el Presidente en el Centro, a su derecha el Secretario de Gobernación y a su derecha el Gobernador de Querétaro; a la derecha del Secretario de Gobernación, el Secretario de la Defensa Nacional, y al lado izquierdo del Gobernador, el Secretario de Marina (para concederle el poder a las armas y no a la razón, en el marco de una Histórica Ceremonia); y en los extremos, lo más lejos posible, los otros dos poderes, el Judicial y el Legislativo; con la Secretaria de Educación a la izquierda del Secretario de Marina (sin ton ni son).
Una Ceremonia que, estrictamente hablando y actuando, tiene que ser tripartita. Los Tres Poderes de la Unión. Y que en el discurso mismo cada cual habló de los que le toca o importa. La Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Magistrada Norma Piña, abogando por la independencia del Poder Judicial (diferenciándose de la sumisión del Caballero sin espada Arturo Zaldívar) y la igualdad sustantiva. El Senador Santiago Creel justificando su postura por la que fue atacado, al señalar que al recinto legislativo no debe entrar nadie armado ni los militares. Y el Senador Alejandro Armenta Mier, asumiéndose en su disertación como un “siervo de la nación” más del Presidente.
/¿Será posible que el Gobierno de la Cuarta Transformación+ no vaya a poder un mínimo de armonía? A cuatro años del desmantelamiento y sepultura de las Reformas Neoliberales ya tiene que ser superada la discordia. Porque la animadversión de los Poderes de la Unión y la desenfrenada carrera hacia la sucesión presidencial ya tienen tiempo anunciando tormenta.