Diario de una mamá milennial
¿Qué onda con la lactancia?
Creo que la lactancia es uno de esos acontecimientos de los que nadie sabe cómo te va a ir. Se escuchan tantas historias, algunas exitosas y otras de fracaso y frustración.
Yo iba a ciegas, no me dio el tiempo de tomar un curso, así que cuando naciste, lo primero que hicieron fue ponerte cerca de mi pecho para que te engancharas, así lo repetimos unas horas después.
Si fue angustioso porque estabas dormida y no tomabas el pezón, pero el ginecólogo fue insistente en pegarte cada tres horas y repetir y repetir. Así lo hice.
Ya en casa y con la leche más regular comenzó el dolor en uno de mis senos, así que cada vez que te alimentaba, sentía un ardor, pero leí que era peor si dejabas de hacerlo, así que con todo el dolor del mundo te seguía dando por ambos pechos. Agradezco mucho a mi querida May, quien me aconsejó una crema y a mi incondicional Rosmi que me la hizo llegar.
Nuestra historia es afortunada, tú te enganchaste y yo tuve súper paciencia en mi cuerpo para saber que producía justamente la cantidad de leche que tú requerías. Claro que hubo muchas personas que me dijeron que quizá no te llenaba, que te complementara con el biberón.
Hice oídos sordos y solo seguí el consejo de mi asesora en lactancia que señaló que durante el primer mes solo te ofreciera leche materna, decía que ya entrando tú segundo mes podía darte biberón.
Pero debo decir estos días, aunque fueron hermosos porque logramos esa conexión perfecta, también sentí mucha soledad. La pandemia nos obligó a limitar mucho las visitas y luego tu papá tuvo que regresar a trabajar y nos quedamos solitas en casa.
En fin, para palear esos sentimientos debí enfocarme en el hermoso proceso que estaba viviendo, en lo afortunada que era de ofrecerte lo mejor para tu desarrollo y crecimiento. Nunca me permití pensar que no lo lograría. La vida ya me había recompensado con tenerte y eso era la señal más grande “DE QUE CUALQUIER COSA SE PODÍA LOGRAR”.
Para familiarizarte con el biberón, después de tu segundo mes comenzamos a darte algunas tomas con él. Creo que para nosotros fue una decisión acertada porque así cuando debí regresar a trabajar, te alimentabas sin ningún problema.
Con tu alimentación mixta hemos seguido y siento muy bonito que tú prefieres la leche materna, no importa que me duela la espalda o algunos días amanezca torcida. Saber que te da consuelo y abrigo es suficiente recompensa y da paz a mi corazón.